Desde hacía quince días flotaba su amenaza en el aire. Venían hacia aquí y algunos los esperábamos como los isleños aguardan los huracanes del fin del verano. Llegará el miércoles, estad preparados. Pero nosotros rezábamos para que su fuerza se multiplicara al cruzar los mares del norte. Rezábamos para que pudiesen desencadenar sin trabas todo su poder destructivo, para que arrasase nuestras puertas y ventanas al mundo, para que hiciese volar por los aires nuestros jardincillos y setos cuadriculados. Destruirlo todo, demolerlo todo y que nos dejase desnudos, tatuados con el barro y la lluvia, moviéndonos como marionetas en el viento de su tormenta enfurecida. Que lleguen y lo barran todo. Unos necesitan reflexión, otros necesitamos golpes, y anhelando los golpes para convertirnos en boxeadores sonados, rezando por la voladura incontrolada, llegaron los Backyard Babies. Para asolarlo todo, para joderlo todo
Y cuando el huracán sónico pasó, dejándonos atónitos, despojándonos de todo lo inútil, éramos más nosotros mismos, nos excitaba más vivir. Los supervivientes del estallido nos levantamos de aquel suelo negro y ya éramos otros hombres. Dejamos de caminar, para saltar, de hablar para aullar, de temblar para latir, con el corazón golpeándonos como el timbal base, como el bajo, bum, bum, bum, toma ostia, bum, bum, bum, vive, bum, bum, goza, bum, bum, expón tu piel al viento que castiga con su guante de cuero, quédate sin palabras, di, “joder, joder, joder, ha sido la ostia”, Bum, Bum. Bum. Salimos a Vigo y Andrea quería un cartel del concierto. Lo arrancamos pero era casi más grande que ella. ¿Dejarlo? Llévatelo Andrea, nunca se sabe como termina la noche. Durante el concierto dos chicas punks se extasiaban con Dregen, y cuanto más él escupía, sudaba, exudaba por todos los poros quien sabe qué ponzoñas, quien sabe que tóxicos, ellas más le amaban. Y cuánto más cerca estaba él de su pérdida absoluta de consciencia, más cerca de la muerte, del éxtasis, de la desaparición, enviándonos las llamaradas de su explosión descontrolada, más ellas querían tocarle, lamerle, arañarle, devorarle. Te voy a hacer padre, Dregen, te voy a hacer padre. Y casi al final, desde el escenario alguien señaló a una de ellas y le dijo “you´re beautiful”.
Esa noche Vigo era como la ciudad devastada, desierta, por la que solo caminábamos los despojos del huracán, los insomnes. Al rato en una Iguana semi vacía aparecieron las punkis. Habían raptado al bajista de Bullet, otra banda acedeciana, honestos, ilusionados, transmitiendo alegría mientras se comprometían en la misma labor de aniquilación por la distorsión. Y Adam, cayó entre músicos, entre tipos apasionados con los que compartió copas, que le regalaron su disco, que le dieron las gracias, por tocar, por estar ahí, por darnos ese Bum, bum, bum. Alguien sería padre esa noche. Descubrimos que Backyard Babies estaban en un callejón oscuro, hogar de yonquis y grafiteros y llevamos hasta allí a Andrea remolcando su cartel enorme. No importa cuanto pesen nuestras ilusiones, arrastrémoslas con nosotros. Sí, era más cómodo ir con las manos en los bolsillos vacíos pero el que soporta el peso quizá reciba su premio. Y Andrea obtuvo el suyo, cuando salió Dregen, entonces tan pequeño, tan amable, envuelto en su batín de boxeador cansado, sonriéndonos a todos, agradeciendo otro disco y firmándole a ella su trofeo. Horas más tarde, en la autopista Alberto narraba como había hablado con él, qué le había dicho, nos lo contaba a nosotros mismos, que estábamos allí. Relataba en voz alta para nosotros nuestra propia historia. “Entonces le dije a Jorge, Eh! Jorge! Ahí está Dregen, y Jorge me dijo…..”. Y en la radio sonaban “Los del Gas”, tocando “Pégame a mí”, y cantaba El Drogas de Barricada. No era lo mismo, pero en otras partes, otros, como podían, como mejor sabían, como mejor sentían, seguían golpeando para nosotros, Bum, Bum, Bum.
Al día siguiente, apenas sin dormir, sonó el teléfono de Josemi y alguien le anunció una nueva tormenta que también venía del norte. Los Reyes del K.O. daban un concierto sorpresa en el Malas Pécoras. Y allí volvimos, al cuadrilátero de la música, a recibir más golpes en el alma, a encontrarnos otra vez con Marcos y Adrián, protagonistas de algunas de nuestras bandas sonoras más caóticas, de las noches de blues, en Santiago DC cuando había blues, cuando todos bullíamos, cuando cada noche, cualquier noche, podía ser una reunión de golpeadores y golpeados, en el Bum, Bum, Bum. Allí apareció ese enorme blues man que es Xulián Freire, siempre en pie, siempre sobre la lona, con otros proyectos, otros músicos, otras bandas, y apareció Fran Pérez, (NARF) al que tanto admiramos desde siempre, desde que también nosotros empezamos a golpear y a ser golpeados, cuando mirábamos a Carlos Santiago extasiados y queríamos ser como él, cuando gritábamos por la calle “No me gusta señora que me digan lo que debo hacer” y no estaba Alberto entonces para recoger nuestra propia historia pero sí estoy yo ahora para contarla. Y allí, de nuevo, en un bar estrecho donde el humo nos hacía casi llorar, donde las chicas intentaban bailar en la primera fila, allí estaban de nuevo, Los Reyes del KO, los que han luchado por su pasión hasta la extenuación, los que no podían pagar el alquiler, no tenían que comer, los que vagaban con su guitarra, su armónica y su sonrisa perenne, los que se arriesgaron, se lo jugaron todo, los que ahora frecuentan a algunos de los mejores músicos del mundo, con el mismo equipaje que entonces, el hambre, su latido, Bum, Bum, su púa, su saliva, su aliento, su brillo en los ojos.
A mi derecha dos amigos se encontraron. Ambos se relataron su noche anterior, a los dos les habían pegado. Uno insultó a un hippy “pero me pegó poco”. Otro acabó de copas con el chico con el que se había peleado, después de hablar corazón con corazón muchísimo tiempo. Dijo: “Al final, pelearse viene a ser algo súper íntimo, como hacer el amor”. A mi izquierda estaban mi hermano y Fran, que se había alegrado mucho al recibir, también él, nuestro disco, que regalamos a los que nos emocionan, lo poco que sabemos, lo poco que tenemos, es vuestro, tomad, que nos habéis dado tanto. A Fran le brilló la cara, de verdad, y nos había dicho, “joder, seguís ahí, seguís ahí, como campeones”. Y mientras Adrián nos emocionaba hasta el tuétano, nos dejaba sin palabras, golpeados, temblando, con “Young boy blues” (quiero llorar cuando oigo su nombre. Si lloro me siento avergonzado, así que dejo que el orgullo sea mi guía, guardo dentro las lágrimas, y cada noche es como mil años), Fran se encontró, con otro superviviente, de Os Quinindiolas. Y le oí decirle lo que valoraba estar, lo que valoraba continuar, seguir, seguir, mira a esos dos en el escenario, les conozco desde antes de que les cambiara la voz y mira, decía, qué músicos tan enormes, y yo, que también llevo mis años en esto, me sigo emocionando cuando los veo ahí, con esa ilusión, con esa fuerza, después de momentos malos, peores, y siguen, no imaginas lo que yo respeto eso, lo que lo valoro. Mientras, Marcos descansaba en la barra después de haberse fundido de nuevo con su armónica, que es capaz de evocar todos los sentimientos en su boca y Adrián, que no sabe cantar sin sonreír, seguía diciéndonos: “cuando beso a alguien nuevo, me hago creer que te beso a ti…..no saber a dónde ir, no saber qué hacer, estoy tan perdido y solitario porque te he perdido a ti…”, rey del KO, venciendo algunos asaltos, siendo derrotado en otros, levantándose cuando le derriban, para seguir recibiendo él su paliza cuando escucha a otros, cuando se emociona con otros, golpeándonos en lo más hondo a nosotros, que aspiramos a golpear a otros, a trasladar a otros corazones y otras pieles las emociones, la alegría de vivir, la electricidad, la excitación de estar ahí, que algún día le diremos a una punk emocionada “You´re beautiful”, y lo merecerá, por estar ahí, gritando, latiendo, Bum, Bum, Bum, para que otros puedan latir al tocar, al cantar, al tocar el bajo, como Larry, que también latía allí, y que llevaba latiendo tantos años, Bum, Bum, Bum, en la pelea de cada día, que nos une a todos en el intercambio de derrotas y victorias, golpes, sudor, saliva, los guantes de cuero en la piel, no, jamás nos bajaremos del cuadrilátero, jamás dejaremos de pulular por los bares del rock, por el Malas Pécoras, por el Piraña, con Isa y Emma, con Adolfo, por los escenarios, arriba, abajo, donde están las ostias, donde se desencadenan las tormentas, sí, llevaremos arrastrando con nosotros los carteles con las fotos de los que amamos, nuestro equipaje de sueños, más grande que nosotros mismos, cansados, en nuestro batín de boxeador sonado que no quiere bajarse del ring, jamás, no sin mi chupa, no sin mis botas, no sin mi guitarra, no sin mi corazón, no sin la música, donde pelear es como hacer el amor, Bum, Bum, Bum, reyes del KO.
http://www.losreyesdelko.com
http://www.psicofonica.com/narf.html
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