D. Juan le dice a Castaneda que busque su lugar en una habitación. El lugar donde recibe las fuerzas positivas del planeta, donde está protegido, donde se siente en armonía con el cosmos. Castaneda, incrédulo, lo busca incesantemente, y al final, agotado, se queda dormido como un niño, en paz, tranquilo. El brujo le dice al día siguiente: "era ese".
Nosotros no tenemos que buscarlo. Sabemos cual es el lugar donde uno recibe en oleadas que penetran las vísceras la energía positiva, donde nos atraviesan las radiaciones de la pasión y el colegueo, donde se transita con una eterna sonrisa de satisfacción.
Y cada año volvemos a sentir esa misma emoción de saberse en el lugar en el que hay que estar, cuando pasamos el control de pulseras, el cacheo de la bebida, cruzamos la apestosa avenida de los urinarios y llegamos a la explanada del Azkena Rock Festival.
Sí, el lugar y el sitio donde hay que estar. No hay ningún otro posible.
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